Azul Canario, Capítulo 1: Salías del Templo Un Día

Azul canario

Capítulo 1
Salías del templo un día

Todo el mundo solía decir que Kai se enamoró de Tam desde el primer instante que la vio. Lo cierto es que no estaban en el error, eso era verdad, sin embargo la mayoría pensaba en un solo momento. El día que Tamara había golpeado a Kaila.
Pero vamos, no hay que pensar que Tamara es una violenta, sino todo lo contrario, pero ese día Kaila la había sacado de sus casillas, sin contar que eran tan solo unas estudiantes de secundaria, ¿qué se podía esperar?
Las cosas comenzaron cuando Kai se mudó al barrio de Bonanza con su madre, si bien ocasionalmente la visitaba, está vez pasaría una temporada amplía con ella; y es que Kai estaba prácticamente acostumbrada a eso desde los 6 años, cuando sus padres se hubiesen divorciado. Kaila pasaba a ratos con su padre, a ratos con su madre, cuando alguno hacía algo que le molestaba, entonces simplemente se iba con el otro. Si a ella le preguntaban podía decir que prefería a su padre, cuya posición económica era mejor que la de su madre y le daba todo lo que ella deseara, tiempo de calidad ¿Eso a quién le importaba? Por otra parte, su madre, continuamente se mudaba, este era el lugar donde había durado más, un año y medio aproximadamente.
Kai, como todos los del barrio, comenzó a ir a la secundaria que estaba a unas cuadras de su casa. El primer día que llego inmediatamente llamo la atención y es que si lo pensaban poseía una belleza poco común en ese lugar, Kai era la típica niña bonita de ojos verdes y cabello castaño claro, que no se ve muy seguido, pero que al menos hay una en la escuela, tenía el rostro fino, con una nariz pequeña y labios delgados, sin ningún rastro del acné típico de la pre adolescencia. Su cabello caía hasta sus hombros completamente suelto, si pasabas tu mano entre las hebras podrías darte cuenta de lo suave que era.  Alta y delgada, llevaba el uniforme impecable, la blusa blanca y la falda gris completamente lisos, sin contar que el suéter vino tampoco tenía pelusas.
Cuando entro al salón lo primero que hizo fue sentarse hasta el rincón, tratando de esconderse de las miradas que parecían verle con insistencia. Durante el receso las demás chicas se acercaron, deseosas de ser su amiga, pero ella las ignoró, no deseaba, ni tenía la intención de ser amiga de alguien ahí. Por otra parte los chicos se turnaban para ver quién sería el primero en preguntar su teléfono o si había alguien que le gustará.
Al término la jornada regreso a su casa fastidiada, preguntándose si así serian todos los días.
El siguiente día no fue mejor que el primero, cuando llegó, sentada junto a su banca, estaba esta chica llamada Martha. Martha era la otra niña guapa del salón, la que consideraban güerita, con pecas en las mejillas, y ojos negros, cabello rizado, castaño, con ligeros toques dorados, rostro más bien redondo, de estatura medía. Martha era la niña popular, novia del niño popular, el chino, como le decían, por sus ojos rasgados, el que hacia suspirar a media secundaria, pero que desde que estaban en la primaria, no dejaba de pasar sus días con Martha.
Kai la miro con fastidio y se sentó ignorándola, odiaba la gente que como ella cargaban con una sonrisa animada todo el tiempo y que no conocían el espacio personal, Martha intentó hablarle, pero por suerte toco el timbre y tuvo que regresar a su lugar.
La profesora entro al salón, saludo a todos y comenzó a pasar lista, cuando la puerta del salón se abrió sin previo aviso.
_ ¡Tamara! De nuevo tarde – dijo la profesora desde el escritorio.
_ No fue intencional maestra – se justificó – mire, lo que pasa es que… venía para acá y Solovino se salió, entonces, tuve que seguirlo y…
_ Ya pásate – indicó la maestra.
Kai quien tenía la vista en su cuaderno, mientras dibujaba garabatos, rodo los ojos. No fue hasta que escucho unos pasos y alguien sentándose a su lado, que levanto la vista. Se encontró con una sonrisa amplia y unas mejillas redondas. Trato de hacer memoria, pero rápido descubrió que aquella chica no había asistido el día anterior, detestaba a la gente, pero era muy observadora.
Sus ojos se quedaron largo tiempo en el rostro ajeno. Tamara tenía una sonrisa brillante y unas mejillas redondas, sus ojos eran grandes y negros, que si te quedabas viéndolo parecían dos pozos, repletos de pestañas largas y rizadas, su nariz era como un pequeño botón redondo; si mirabas un poco más arriba podías notar unas cejas despeinadas. Tam era morena, del color de una nuez tostada, de estatura algo baja y cuerpo que si bien no era delgado, tampoco era ancho. Llevaba el uniforme desordenado, y su largo cabello negro, amarrado en una coleta.
_ ¿Eres nueva? – Dijo de pronto Tam, sacando a Kai de su repentina ensoñación – Es que ayer no vi…
Kai no contestó, simplemente se giró e ignoró aquella voz que sonaba divertida. Por su parte Tamara no dijo nada más y regreso a poner atención a clases o fingir que lo hacía.
Durante el receso, salió del salón, buscando esconderse de sus compañeros, tal vez si los ignoraba lo bastante, optarían por no hablarle más. Sin embargo, eso no fue posible, en el camino se encontró a Martha quien la intercepto y ahora iba acompañada de otra chica, Kenia. Kenia era baja de estatura, de cabello corto y piel morena, usaba lentes y podías fácilmente compararla con un ratón.
_ ¿Qué quieren? – terminó por preguntar fastidiada.
_ Ya va a ser la feria del barrio – dijo Martha viéndola con la misma sonrisa animosa de siempre – los chicos quieren ver, si tu quisieras venir con nosotros.
Kai entrecerró los ojos, comprendiendo completamente de que se trataba esto, ¿así que ella era la enviada?, busco con la mirada para ver que chicos habían sido, pero no encontró nadie. Antes de que pudiera decir algo, Kenia ya estaba hablando.
_ Va a venir un grupo de…
_ ¿Banda? – Inquirió Kai con las cejas levantadas – eso es para nacos.
La sonrisa de Kenny se borró de inmediato, y Martha pasó de una sonrisa animada a una nerviosa.
_ No, no solo va a haber banda, también habrá de todo y van a estar los juegos… -
Martha no continuó, porque Kai simplemente les dio la espalda y se giró. Iba a dar un paso, cuando vio a Tamara caminar de frente hacía ella, algo le impidió moverse, pero Tamara simplemente paso de largo.
_ Martha, no creerás lo que paso, había una cola muy larga en la tienda y ya no pude comprar nada, vas a tener que darme de tu lonche – dijo con la animosidad característica de ella - ¿Pasó algo? –dijo interrumpiendo al fin su palabrería y viendo las expresiones de sus amigas. 
Kai, se giró de nuevo hacia ellas y vio como Kenia terminó abrazando a Tamara, mientras comenzaba a llorar, Tamara era baja, pero no tanto como ella, por lo tanto, aun servía de soporte para la pequeña ratona. Rodo los ojos, no supo qué decir de momento, no esperaba que eso pasara.
_ ¿Kenny? – preguntó Tamara sin comprender nada.
_ Ella – fue lo único que dijo Kenia mientras señalaba a Kai.
Tamara volteo enseguida a ver a Kai, buscando alguna explicación, ella solo resoplo con molestia, antes de que Tamara se acercará a ella, Martha ya había puesto una barrera entre ambas, interponiéndose y deteniendo completamente cualquier movimiento de alguna.
_ Tam… acabas de regresar – dijo Martha con cierto tono de alarma.
_ Nos dijo nacas – dijo Kenia desde atrás aun sollozando.
_ ¡Kenny! – grito alarmada Martha.
_ Discúlpate – exigió Tamara mirando a Kai.
Una sonrisa burlona apareció en el rostro de Kai y alzo las cejas con cierto aire de superioridad. Se dio la vuelta de nuevo, ahora si dispuesta a marcharse, pero antes de que hiciera la mano de Tamara se había aferrado a su brazo, apartando a Martha en el acto.
_ ¡Dije que te disculparas! – volvió a exigir.
Kai aparto su mano con brusquedad, dándole un ligero empujón.
_ ¿Por qué? Solo dije la verdad… todos ustedes son una bola de nacos.
No dijo más, porque un puño se estampo con su mejilla. Lo siguiente que supo, es que ambas estaban en la dirección, con el uniforme desalineado y el cabello alborotado, ella tenía un claro moretón en la mejilla, mientras que Tamara llevaba las rodillas raspadas. Lo cierto es que había intentado defenderse, pero no había provocado ningún daño en la otra, esos raspones eran porque ambas habían terminado en el piso, peleando.
Mientras esperaban que sus tutores hablaran con la directora, Kai no pudo evitar mirar a Tamara, sentada ahí, con la tranquilidad de alguien que no ha cometido nada. Su corazón dio un pequeño brinco, cuando sus ojos se encontraron con los suyos, giro su rostro fingiendo no ver nada.
Todo el mundo solía decir que Kai se enamoró de Tam desde el primer instante que la vio. Lo cierto es que no estaban en el error, eso era verdad, pero no había sido ese día.
Un año antes de que las cosas sucedieran, había ido de visita con su madre. El lugar no le agradaba, pero mientras se paseaba en su bicicleta se detuvo frente a la iglesia a descansar un poco, estaba en eso, cuando por las escaleras la vio pasar, llevaba el pelo suelto y el aire lo mecía suavemente, pudo sentir un aroma a flores llegar a su nariz y se perdió un segundo en la sonrisa brillante. No supo cuándo, pero su corazón comenzó a latir desbocadamente y una extraña sensación se apodero de ella, pensó para sus adentros, que nunca había visto a nadie tan bonita, cuando la perdió al fin de vista, regreso a casa apresurada.
_ Quiero vivir contigo – le dijo a su madre de pronto.
Pero no fue hasta después de un año que logro convencer a su padre de que la dejara vivir ahí. Kaila siempre fue determinada, determinada hasta conseguir lo que quería. Por eso ahora, ignorando todo, camino hasta la Tamara de 24 años y antes de que saliera por la puerta la detuvo. Sus ojos se clavaron en los de ella, aún seguía siendo más alta.
Tam no había cambiado mucho, seguía siendo bella, sus mejillas eran un poco menos redondas y sus cejas se habían vuelto obedientes. A lo mucho, su cuerpo se había vuelto más curveado, pero en esencia era casi igual, solo el abandono de su rostro aniñado se notaba. Kai por su parte había cambiado un tanto, su cabello lo había cortado, hasta tenerlo pequeño, lo había teñido de gris. Era alta y delgada como siempre, y agradecía infinitamente no tener las curvas tan pronunciadas.
_ ¿Kai? – preguntó Tamara con los ojos fijos en ella.
_ No te cases
Tam abrió los ojos grandes, pero antes de darse cuenta, la distancia había sido rota. Kai tomo su rostro y sin más la beso. Los labios de Tamara opusieron un momento de resistencia, pero finalmente, terminaron cediendo.

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Fantasma de la niebla
"La luz entre la nuebla" 

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